Detengo el tiempo, cómplice y testigo,
para pensar en ríos caudalosos
en montañas turgentes, en el alba
y en la espesura sideral de un bosque.
Si con temor las horas vacilaran
su miedo calmaría con el dulzor de un beso
Si los días denotan su impaciencia
en la quietud prefiero adormecerme
entre pecho y ribera
tiempo no hay para la incertidumbre.
3 comentarios:
El equilibrio... qué palabra, qué estado más difícil) Te felicito por el blog, y voy a visitarte acá. Te invito cuando o lo desees pasar por el mío. Un beso, María
Hermosísimo, chiquilla, qué bien escribes poeta.
En equilibrio...no hay tiempo que perder...no hay que dar lugar a la caída...Me gusta. Rubén, el anónimo
Publicar un comentario