lunes, 12 de mayo de 2014

Mi Caos Desencadenado


Quisiera una casa frente al mar
y una rama de sauco;
poemas, acrobacias y canciones
y un reloj con pestañas
y agujeros

(Quisiera estar segura de que existes
y con descaro
reírme de la muerte:
caminar por senderos sin quebrantos
y escribir con la luz siempre encendida)

Caleidoscopios y un montón de llaves.
Pendientes, caracolas
zapatos con tacones, un paraguas

y una copa de árbol por sombrero

El Espíritu del Bosque


Sus brazos se extendieron para acariciar las nubes,
se prolongaron para besar a las hojas moribundas
y entibiar el corazón de las piedras;
una voz, un murmullo apenas
comenzó, lentamente, a estremecer tu cuerpo
revelando sin prisa el deseo
de revelar su espíritu frente a tus ojos.
En la más dulce comunión de los sentidos,
una piel dentro de la otra,
el rencuentro y un leve movimiento

de tu mano queriendo capturar mi sonrisa.

Nostalgia y Lluvia


Hablaba de la húmeda canción
del poema deshojado
de árboles y de catedrales.
Del dialecto impajaritable
de un cirquero,
de la resignación frente a la muerte,
de gatos y almohadones…
pero llueve y conscientes son las hojas
de su fragilidad.
y la nostalgia tiene

la consistencia de la lluvia. 

Antropofagia


Siendo las siete de la tarde tu lengua
permanece muy dentro de mi boca,
como una forma de prolongación memoriosa.
Tus manos las mantengo atadas a mis caderas
y a la vertiginosa sensación
de continuar el vuelo entre las turbulencias.
Como tus ojos me los bebí a sorbos,
tu ceguera desenfrenada tardará en desaparecer
y qué decir del vestido que llevo,
tejido con tu piel, desollada por mi boca,
oscura y sugerente,
donde la sutileza del contraste
me hace resplandecer.
Aquí, bello ejemplar, es donde te llevo

enfundado a mi cuerpo.

Épico



No le temo a un dragón escupe versos
tampoco a las alturas.
No poseo una capa ensonetada
ni armas de métríca asesina.
Pero puedo enfrentarme en una épica batalla
y siempre, con sonrisas antológicas,

escribirte un poema con los ojos vendados.

Plausible


Prefiero convertirme en humo
que perder la palabra en un abismo.
Incomoda lo sé, siempre incomoda mirarse al espejo después de una larga noche llena de pesadillas.
A la mañana siguiente, los párpados apenas se sostienen con una voluntad tan frágil que irrita
y los ojos nos parecen pozos de alquitrán y el estómago nos ruge de pura ansiedad.
Una imagen tan lastimera como miserable. Nosotros los vulnerables. ¡En pelotas! Desnudos y con hambre.
Ni la fugacidad estelar nos tiende una mano y frente a esto: dos alternativas.

Nos hacemos los idiotas, nos rascamos el pelo, damos la media vuelta, cuchareamos el manjar  o nos detenemos para preguntarle a esa imagen: ¿Oye, por qué le tienes tanto miedo a deglutir un trocito de realidad?

Pedía


Yo pedía un respiro y me llegó una tormenta y un naufragio
el mar se puso como un loco y ascendió hasta alcanzar a las esferas;
y fue la oscuridad y el silencio quienes se coronaron
como los reyes del absoluto.
Quisiera asesinar a la sombra añeja. A la invasora
que galopa en mi pecho de molusco
a la desagradable inquilina de agua salada
torturarla con aires de vieja indiferente
y taparle los ojos con estrellas.
Déjame respirar tormenta maligna
acaso mi caparazón no es lo suficiente resbaloso

para que sigas aferrándote a él?

Desaparezco


Esta temida ausencia me ha mordido el alma,
el vientre y los sueños.
Mi refugio ha varado en un trópico desconocido,
inmutable y soberbio,
tan lleno de afilados cuchillos
que desgarra mi carne, destila mi sangre

y me vomita...

Como un Árbol


Deja pasar el tiempo, abre tus ojos
mira todo aquello que te rodea
lo verdadero siempre ha trascendido.
Respira con profundidad. Sacude,
limpia tu casa, demasiado polvo
se ha asentado en sus muros.
Tranquilo, como un árbol que en silencio

espera el paso de las estaciones.

Analogías

                                       para Alejandro López Palacios

Hay algo entre los árboles y tú
diferente a la simple analogía,
comenzando por su monumental apariencia
aquella de figura accidentada,
claro, lo conveniente es hablar
de la rareza, si tenemos ojos de ahorcado
La observación trasciende límites insospechados
para quién abandona los prejuicios
y es ahí donde y cuando lo común
adquiere una hermosura vegetal.
Pero hay otro asunto que te análoga
y reitero, no por majadería.
Por ejemplo:
la sangre derramada, y no hablo de batallas,
por tu columna arbórea
o la savia creyéndose tan semen como lágrima
brotando para deslizarse con la calma
de un poema caracoleado.
Y se nos va la letra y los años
en inexplicables analogías,
estigma del poeta, compañero

penoso, si lo olvidas.

Clásico



Era mi casa un día tan silencio
como neblina
Solitaria, doliente barcarola
de huesos y de espuma.
Ni un pájaro anidaba en su tejado,
ni un gato maullaba en sus muros.
Sus largos corredores levitaban
entre helechos y cuerdas violín,
sus marmóreas escalas, artríticas
doncellas, todo el tiempo
rezumaban penurias y dolor
y aún así las napas arrastraban
un lechoso rumor esperanzado,
una ligera posibilidad
para reconstruir su frágil

arquitectura.

Desapego II



No es pecado tener mala memoria,
digamos que es la excusa
para no dejar huellas.
Da lo mismo por donde me traslade
o donde me decida a pernoctar:
orilla o campanario, da igual,
no han de quedar marcas,
ni pestañas a ras de suelo.
Es tan breve la estancia de la carne
que no hay razón que impida no pensar,
tan volátil es la palabra hoguera
que cualquier acto de perseverar

se nos consume en el intento.

Desapego I



Has de saber que todo es apariencia:
Mi verbo, tu sonrisa.
Tu espalda, mi arrebato.
La música que gira en el espacio,
las piedras del camino. Espejos.
Los bosques sometidos por el diablo,
las corrientes marinas. Ecos.
Si hasta el cielo parece desplumarse
dándonos la apariencia lastimera
de un pájaro deshilachado.
Habrá sido por eso que la Tierra
cambió su eje? Supervivencia.
La cosa es que ya no me desordeno,

ni me sostengo, sólo me des-hago

Ni las Piedras



Para qué nos engañamos si ni las piedras lo son?
Hemos llegado
al final del camino,
en una espesa bruma han quedado
las escalas con sus peldaños enmohecidos
y laberínticos senderos
de acerada vegetación.
Me miras y me dejo caer,
calma y sin huella evidente.
Has de creerme,
todas las piedras son iguales
refugiadas en su mudez,
todo, cierto, todo lo demás es pura…

IMAGINACION

Cadera Impúdica



Conozco esa mirada que enrojece
hasta el último vuelo de la sábana,
un leve movimiento de cadera,
de esta cadera impúdica,
provoca el insurgente estallido de la sangre
que arrasa con mis venas.
Y es cuando mi saliva y tus espasmos,
concupiscentes instrumentos,
arguyen no se qué telúrica
estrategia de enlace entre tus hombros

y mis piernas.

Ilógica




Digo tres veces punto y multiplico
por cero, cálculo impreciso para dos
menos la nada misma en sí…
Odio las matemáticas y el no

de esta verde ecuación.

NN



‎Si me oculto detrás de un nombre
o reniego de los paisajes,
que he visto ir y venir tantas veces,
seguro que he perdido

las huellas dactilares.

Parque Forestal



Cruje el otoño bajo mis pies
mientras intento definir la consecuencia
de vivir en un mundo fragmentado.
Se transforman las nubes en accidentales
figuras de la imaginación desenfrenada.
Y me detengo para
rendir honores al monumento
de los arcángeles caídos,
al vuelo derrotado.
La marcha continua,
hastiada estoy,
demasiadas palomas me estropean
el encanto del parque y su foresta.

La inocencia la llevo en mi equipaje.

Mano Izquierda



Recuerdo aquella vez cuando lanzabas
mariposas con tinta entre las alas
y elevabas un puño colorado
con un grito raspando la garganta.
Ahora me das pena, una pena profunda
de verte como una bisagra vieja.
El problema, querida extremidad,
es por la inconsistencia de las ideas
Cervantes lo sabía desde siempre,
y ahora
¿Cómo se lo hago entender

al cuerpo que me reclama?

Aquellos días



Nunca lancé una piedra
yo era de palomas combativas
y temía a la oscuridad
y temía a los perros de caza,
sin embargo, el anhelo de mirar
el sol y no sentir el desespero
de que fuera la última vez
bastaba
para olvidar lo oscuro y el veneno,
y éramos carne de cañón
palabras hechas metralla.
Qué días de feroz incertidumbre
arrasaban con nuestro temple
y nos hacían tambalear las ideas
mas esa hermosa forma de mirarme
cuando tus sueños panfleteaban
con los míos, pervive en mi retina:
el gran soporte para nuestra historia

Oscuridad



“Anoche te he tocado y te he sentido
sin que mi mano huyera más allá de mi mano”…
(Hermosa Oscuridad - Gonzalo Rojas)

…Y sin la mezquina intervención de la palabra
hiciste que mi boca despertara
y bebiera del bálsamo tibio de la noche
mientras que de tu cuerpo,
imaginario,
emanaban fragancias siderales.
Imprecisa vertiente, casi humana
compañera, paciente cardinal,
embebida, tan llena de ti, revoloteo
y en tu brazos, amada, me regocijo.

Asonancia en su barrio



Me han dicho que por su barrio
se arremolinan los balcones
en sospechosa actitud,
que las sombras se despiertan
con el sol de medianoche
y que todas las ventanas
enmudecen a morir.
Le confieso que hace rato
que siento curiosidad,
algo así como de piel
por hacerle una visita;
dicen que ahí usted reina
con un delicado afán
que viste con humildad
es decir, un gentil hombre
sin corona, ni zapatos
pero con un envidiable
ritmo de swing en la sangre.
Dicen que por las mañanas
todo aquello acontecido
queda resumido a polvo,
que las vecinas dispersan
con blancas plumas de ganso.
Las ventanas ni bostezan
mientras se bañan de luz,
y usted se pone corbata
de lunares carmesí.
Sí, ya es una promesa
en el próximo verano
le haré una gran visita
la curiosidad me mata,
se me ha erizado la piel
y mi lengua se ha tornado
impaciente y resbalosa.
Y no será una visita
de aquellas que se marchitan,
una de esas que se pierden
en los sabios vericuetos

de la ingrávida memoria 

Trasunto


Habité un breve espacio y sus esferas.
De niña levité entre las corrientes
sin temer al voraz y amenazante
infierno que libaba mis rodillas.
Desnuda caminé entre la vergüenza
sin preguntar por qué tantos reían
y ocultaban su rostro carcomido.
Hice del agua mi elemento, troquel
en donde mis palabras bautizaron
aquellos sentimientos que perdí
por trágicos y predecibles hechos.
Hoy hablo de universos paralelos
de nuevas vibraciones, de alternancias,
de vivir simplemente, hacia dentro

preparando el retorno, sin apuro

Swingers


Desinhibidas
vuelan por el aire
ocho miradas ciegas,
magníficas criaturas
de lujuriosa religión.
Se estrellan en las manos
olfateando sus nombres,
mientras sus lenguas
revolotean
acostumbradas
a la curvatura
insigne del placer.
El zumbido
ha teñido los muros
de un incierto color,
parecido al claroscuro
descenso de la voz;
Ha llegado el momento
de inmolar los resabios
de la inercia,
un arcano las eligió.
Son ocho las miradas
que en el aire,
libres y voluptuosas,
han dejado cenizas
palpitantes

y una sutil provocación.

Camino a Puerto Varas


Fue entonces
cuando el día sacudió su letargo.
limpiándose la cara de tanta amargura
para entornar los ojos y mirar al sol,
de frente y sin pudor.
El paisaje aclaró su garganta
con un sorbo de pálido rocío.
Un canto renovado
sacudió las entrañas de los cielos,
silbando el eco de los tiempos
posando sus rodillas
en la olorosa tierra
bautizada por la lluvia.
Son las manos de Dios las que me sostienen,
dijo, con un heroico murmullo.
Ellas son las que atravesaron nubes
para alisar la cabellera de los prados
y ornar con luminosas diademas
a las antiguas ciervas de la aurora.
Y todo sucedió profundamente,
sincrónica y perfecta sucesión
de adorables imágenes

y en todas ellas: tú.

Sueños Crepusculares


Huyendo abandoné
la casa de mi padre.
Huyendo de la fermentada copa
del caldo de cultivo.
Atrás dejé, trinando, a los gorriones

sobre el tejado de la tierna infancia.

Lluvia


No para de llover. Los días, cuervos
graznando al desespero. Y el paisaje,
niño de ojos tristes al sereno.

Sobrada oscuridad, nostalgia ciega

Arañas



Adoro aquellos días luminosos
en donde las arañas tejen sus versos,
trepando las paredes,
con un tenue ruidito de fogata.
¡Adoro los detalles que sorprenden!
como la delicada huella
que dejan las arañas
que ni tiempo ni espacio

intentan sofocar.

Arce Japonés


Un árbol despeinado por el viento
cuyas hojas se aferran al verano
y el nítido recuerdo de aquel día
cuando, con ojos largos, su historia
pediste que narrara.
Hacía un frío de barranco
que agrandaba la noche entre nosotros
y yo con mi habitual torpeza
no supe que decir.
Plantaste una raíz entre mis hombros
y no fue necesario despeinar un poema
de hojas amarillas,
sólo el bálsamo del silencio

pudo poetizar.

Tu Camisa


De a poco,
lentamente, tu camisa
toma del aire su tonalidad
y es cosa de costumbre
un día somos caravana
y al otro trasparencia

pura y elemental.

En Orbita


Fuera del aire, el aire
amantes sin aliento

en órbita celestial

Ajena a…


Se concibe otra forma de querer
ajena a la locura?
Se quiere con la piel hecha jirones
cuando el atardecer, en su último aliento,
descansa en el abrazo del amante
Se quiere con la furia de la tormenta
que todo lo confunde y lo transforma
en un vértigo inaguantable.
Hasta en el noble acto de dar vida a un poema, se quiere
y se olvida el propósito
cayendo en el éxtasis de querer
para que toda voz termine volando lejos
sin límites ni coordenadas,

perdidas en un místico silencio.

Naufragio


Todo aquello forjado en la intrascendencia
no tiene otro destino que desaparecer
así como el vocablo ficticio, el papel
lo que rebota en las paredes
para luego saltar por la ventana
caer de bruces en alguna acequia
para navegar sin destino y perderse en el mar.
Algo así parecido sucede con la errada nostalgia
que naufraga en un mar

de profundidades mezquinas.

Ligero


Tienes la risa de colibrí,
sin embargo, la mía es como la uña de un gato.
Tu piel es de la aurora,
mi piel la de un lagarto en un suelo empedrado
Y así te quiero pajarito vertiginoso,
te quiero de una forma tan extraña
que no se nota
Reclamas, me enterneces.
Entonces voy y ahueco el pecho,
limpio tu nido, amarro tus zapatos.
Mientras te observo, Colibrí, volar
atropelladamente, con la camisa afuera

y la risa mojada… algo tan propio de ti.

Nuestro Sueño

Capaz que los dos seamos
distintas partes de un mismo sueño
y esa es la única razón
por la que no nos empeñamos
en darle un nombre
a la forma tan extraña de revelarnos.
Te pienso a ratos, cuando se me cruzan ideas oscuras,
tan llenas de humedad
que me es inevitable el aleteo
de musas pervertidas sobre mis versos.
Es como un devaneo que sólo tú y yo entendemos,
al fin de cuentas qué importancia tiene lo que suceda
a nuestro alrededor
y eso es lo maravilloso de soñar:
el único lugar en donde podemos

desafiar a la inexorable realidad.

Mascarón de Proa


Nunca le dí importancia a un sol a medias.
Prefería entender a la lluvia y a su intermitencia,
Recuerdo a esas primeras gotas
que coronaban a sirenas y tritones
tallados por las manos de seres milenarios.
Sí. Me entendía con la lluvia arrebatada
esa que reventaba contra la cubierta
haciendo de los miedos la desembocadura
en donde la tristeza perdía el sabor a fracaso.
En ese entonces era dueña de la ambición
hasta que el sol brilló como un disparo
y fragmentó mi pecho descubierto.
Me has hecho naufraga del abismo,
me has convertido en un caleidoscopio
de formas y matices del ahora.
Mujer inmóvil, fuego del olvido
me resigno a que
resbalen por mi talle las miradas curiosas
y los verbos nutridos por la sal y por el viento.