No es pecado tener mala memoria,
digamos que es la excusa
para no dejar huellas.
Da lo mismo por donde me traslade
o donde me decida a pernoctar:
orilla o campanario, da igual,
no han de quedar marcas,
ni pestañas a ras de suelo.
Es tan breve la estancia de la carne
que no hay razón que impida no pensar,
tan volátil es la palabra hoguera
que cualquier acto de perseverar
se nos consume en el intento.
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