lunes, 12 de mayo de 2014

Antropofagia


Siendo las siete de la tarde tu lengua
permanece muy dentro de mi boca,
como una forma de prolongación memoriosa.
Tus manos las mantengo atadas a mis caderas
y a la vertiginosa sensación
de continuar el vuelo entre las turbulencias.
Como tus ojos me los bebí a sorbos,
tu ceguera desenfrenada tardará en desaparecer
y qué decir del vestido que llevo,
tejido con tu piel, desollada por mi boca,
oscura y sugerente,
donde la sutileza del contraste
me hace resplandecer.
Aquí, bello ejemplar, es donde te llevo

enfundado a mi cuerpo.

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