miércoles, 16 de mayo de 2007

Nada

La nada se sostiene por dentro
desde el oscuro día en que llegó
para quedarse

Aquel día, miró de igual a igual
y al decir la aspereza de su voz:
“Somos nada, destrózate los huesos”
se estableció la hora del vacío.

pensar en nada
creer en nada
no hacer, nada

Toc, toc, toc…
Ahora es nadie quien golpea la puerta

1 comentario:

maría magdalena gabetta dijo...

Es triste cuando la nada nos embarga y nadie golpea a nuestra puerta. Esta poesía es chiquita pero encierra un mundo, ese mundo en el que nunca nos gustaría estar. Besos. Magda